Discurso de ingreso de la toma de posesión como Académico de Número en la Real Academia de San Romualdo de Ciencias, Letras y Artes de San Fernando de D. José María Cano Valero. San Fernando 22 de abril de 2008.

Quiero en esta exposición, realizar una descripción del desarrollo urbano de la ciudad de San Fernando, desde sus orígenes hasta la fecha, analizando las razones de su estructura urbana, que son un reflejo de las ideas urbanísticas existentes en cada época, analizar las causas de su deterioro y hacer una propuesta urbana de cómo podría haber crecido la ciudad de no haber sufrido las crisis económicas de finales del siglo XVIII, causadas por las guerras con Inglaterra y posteriormente la de la independencia, lo que originó la paralización de la construcción de la Isla de León como ciudad ilustrada.

Anteriormente se han realizado estudios sobre los orígenes de la ciudad, su desarrollo y su concreción en su significativa arquitectura, como por ejemplo los realizados por Luis Martínez Montiel en su libro “San Fernando, una ciudad de las luces” y la tesis Doctoral de Juan Torrejón Chaves, sobre “La Población de San Carlos en la Isla de León”.

Mi intención, no es solo mostrar el nacimiento y el crecimiento de la ciudad de un modo gráfico, sino exponer como se ha materializado el diseño urbano en la arquitectura de la ciudad, ya que por las razones que luego analizaremos, el inicial proyecto ilustrado de la población de San Carlos no se llegó a realizar.

Presentaré como se construyó y configuró la ciudad en aquella época y la relación que tuvo con las ideas ilustradas de la segunda mitad del XVIII, analizando la importancia de la tipología arquitectónica que ha sido la que en definitiva ha dado forma a la ciudad y la importancia que tiene su conservación a través de los Planes Especiales de Protección, los famosos PEPRICH, del que tanto se habla y a los cuales parece que no se le da la importancia que deben tener para el mantenimiento y revitalización de los centros históricos, ya que se politizan con facilidad, sin comprender muchas veces el hecho urbano como el resultado físico de la historia de la ciudad.

Por tanto creo que estoy en un momento oportuno de reivindicar la importancia de la arquitectura de la ciudad y no caer en falsos fachadismos, que nos llevan creer que la arquitectura es simplemente la sucesión de cierros, cornisas, portadas, almenas etc., ya que estas formas son simplemente la respuesta temporal, y por tanto sujeta a las modas, y no un concepto mas amplio de la arquitectura, como respuesta formal de una tipología, que es el que hay que conocer, asumir y mantener.

Estudiaré las diferencias existentes entre los dos grandes desarrollos urbanos que ha tenido la ciudad, el primero, el ya comentado en la segunda mitad del siglo XVIII, y el ultimo, en la segunda mitad del siglo pasado, en donde no solo se olvidan las ideas racionalistas que dieron origen a la ciudad, sino que además se destruyen estas en gran parte, con los diversos Planes Generales que se han aprobado y desarrollado en las ultimas décadas, explicando su incidencia en la ciudad actual.

Existen ciertas analogías entre el crecimiento de la ciudad hace 250 años y la actualidad, pudiendo confirmar que San Fernando era con respecto a Cádiz, lo que en la actualidad es Chiclana con respecto a la Bahía, ya que San Fernando en la segunda mitad del XVIII servía de lugar de esparcimiento de la ciudad de Cádiz y las primeras construcciones que se realizaron en la Isla de León, podríamos decir que fueron ilegales, ya que el Cabildo de Cádiz prohibió la edificación fuera de la ciudad, debido a que se temía que el nacimiento de una nueva ciudad tan cercana le pudiera quitar protagonismo a la capital, y hasta hace poco, gran parte de las viviendas de recreo realizadas en Chiclana se han realizado también de forma ilegal.

Por ultimo, quiero presentar al final del discurso, una propuesta, o mejor un sueño, de cómo la ciudad de San Fernando pudo haber sido y no ha sido, lo que Aldo Rossi llama “LA CIUDAD ANALOGA”, es decir, tal y como se hubiese desarrollado aplicando la ideología racionalista de la Ilustración. Y comprobar las coincidencias urbanas entre el proyecto propuesto y la ciudad actual.

El origen de la Ciudad

Se puede estudiar con cierta claridad la evolución urbanística de la Isla de León a través de la cartografía que existe desde finales del siglo XVI, hasta la actualidad.

Los primeros planos identifican claramente un camino de acceso a Cádiz a través del Puente Zuazo y algunas construcciones que se apoyan a lo largo de ese camino, en un principio a cada lado del citado puente se sitúan varias edificaciones que componen un Carenero para la construcción y reparación de barcos y una vez cruzado el puente, en dirección a Cádiz, el antiguo Castillo (de León), posteriormente denominado de San Romualdo, que al parecer, según se dice, albergó un caserío en sus alrededores mal trazado y seguramente de construcciones perecederas, del que no han perdurado vestigios.

También existía entonces una torre vigía, situada en un alto en el fondo de la Bahía, hoy conocida como Torre Alta, ocupando una de las dos elevaciones existentes en el terreno de la Isla.

A lo largo del siglo XVI se fueron estableciendo a lo largo del camino de acceso a Cádiz, algunos caseríos, de mayor o menor importancia utilizados para descanso de los habitantes de Cádiz y como lugar de habitación de los guardas y trabajadores de las diversas huertas y salinas que existían en los fértiles terrenos de la Isla de León.

Durante el siglo XVII se continúan construyendo algunas viviendas y aparecen dos edificios muy importantes para el futuro centro de la ciudad, como son EL MESÓN DEL DUQUE, ya desaparecido, situado en las proximidades del Castillo y el CONVENTO DE LOS CARMELITAS, fundado en 1.680, que servirían ambos de núcleo de atracción de un cierto núcleo de viviendas que irían colmatando la futura calle Real.

En el barrio del Convento de Carmelitas se auto-construyen sus viviendas el gremio de pescadores y salineros, que situándose en la pendiente que existe entre el citado Convento y los caños se continuará ampliando durante el siglo siguiente, y en los alrededores del Mesón el Duque se ubicaran, con toda seguridad, trabajadores del carenero, en edificaciones populares que algunas de las cuales han perdurado hasta nuestros días, como son el Callejón de Croquer y los patios de vecinos que aun existen en la calle Real nº 12 y 14 .

Por tanto, a finales del siglo XVII, tenemos ya de forma esquemática la configuración de la futura trama urbana de San Fernando, perfectamente dibujado en un plano realizado en 1.852 y que basado en el anterior mapa ó dibujo en tres dimensiones de Fray Jerónimo de la Concepción de 1.660, que pertenece al archivo de la familia Lobo, representa con cierta exactitud los edificios, caseríos y huertas que a finales de dicho siglo, existían en la Isla de Leon.

Crecimiento de la ciudad en el siglo XVIII

A principios de siglo, la situación cambió mucho en la Bahía de Cádiz, por dos causas principales que determinaran el futuro crecimiento de la ciudad de San Fernando:

  • En primer lugar en el año 1.717 se pasó la CASA DE CONTRATACIÓN de Sevilla a Cádiz, suponiendo un fuerte incremento del nivel económico de la Bahía y un aumento paralelo de la construcción de buques, con lo que se potenció el Carenero construido junto al puente Suazo y comenzaron a surgir por todo el borde de la Bahía, puntos de atraque de embarcaciones para reparación y abastecimiento de víveres y agua.
  • Y por otra parte en 1.729, el Rey Felipe V, incorpora las tierras de la Isla de León a la corona de España, que anteriormente habían pertenecido al Duque de Arcos, el cual tenia establecido fuertes impuestos a los que se querían establecer en LaIsla, eliminando así unas de las grandes trabas para poder construir en la Isla de León.

En esta situación, en 1.724 se comienza a construir un arsenal de nueva planta, sobre un islote artificial creado por un antiguo barco (denominado carraca) abandonado, que se encuentra situado al norte de la población, en un lugar que era perfectamente accesible desde la Bahía. Esta instalación militar debería dar cabida a la flota, así como construir nuevos buques, quedando ésta resguardada de los ataques de los enemigos por la red de fortificaciones que rodeaba a todos los accesos a ésta Bahía.

La fundación de esta industria iba a llevar indudablemente un gran crecimiento poblacional, debido en su mayor parte a la gran afluencia de personal civil y militar, puesto que los arsenales militares eran consideradas entonces las aglomeraciones obreras mas estables durante el siglo XVIII.

De todos modos los comienzos de la ciudad fueron lentos y difíciles, entorpecidos por la vecina capitalidad de Cádiz, que lógicamente en aquel momento tenia un gran auge económico y una importante vida comercial, por lo que no interesaba a los gaditanos que la Isla de León se expansionara y sobre todo se convirtiera en un asentamiento naval, en deterioro de los intereses gaditanos.

Incluso el Cabildo gaditano, dictó una orden que prohibía la construcción en la Isla de León, para evitar la descentralización de la ciudad y la perdida de habitantes de la capital.

Aun así se comenzaron a construir un gran número de viviendas, por lo que utilizando el símil anterior se puede afirmar que en su origen estas era ilegales, que es exactamente lo que ha ocurrido hasta hace poco con el termino de Chiclana.

La creación del Arsenal, va a suponer un nuevo foco de atracción de la ciudad hacia el norte, perpendicularmente a la calle Real, construyéndose viviendas hacia este nuevo punto, lógicamente ocupando los caminos mas directos de acceso tal y como se puede ver en el esquema adjunto. El nacimiento de San Fernando como ciudad se realizó sin ningún Plan Urbanístico, sino simplemente se materializaron las ideas ilustradas de la época, basadas en una trama urbana reticular, que acomodándose a las preexistencias físicas, como son los caminos y edificios ya construidos, dan lugar a una estructura urbana formada por actuaciones aisladas, inconexas muchas veces entre ellas, con una retícula alargada y en algunos casos focalizando esta trama cuando existe un cruce de caminos.

Este crecimiento queda perfectamente reflejado en los planos que se levantan en la época, como son la carta de VICENTE TOFIÑO y el plano de GREGORIO ESPINOSA DE LOS MONTEROS, en donde se puede apreciar claramente este crecimiento de la ciudad, con todas las anzanas existentes entre las calles Calatrava y Manuel Roldán consolidadas por edificación.

En ésta época la calle real estaba prácticamente consolidada en sus dos laterales, en el tramo comprendido entre el Castillo y el Patio de Cambiazo, con una clara tendencia de crecimiento hacia el sur de la calle Real (hacia el Zaporito), iniciada ya en la parte baja de la Iglesia del Carmen, con viviendas que se apoyan en el lateral de los jardines y huertos del Convento, formando un nuevo barrio, con una estructura peculiar, basado en manzanas casi cuadradas, situado entre la calle del Carmen y Alsedo, en la zona que hasta hace poco le llamaban ”las callejuelas”.

A este crecimiento hacia el sur de la calle principal, le siguieron en paralelo la parte trasera de la Iglesia Mayor y la zona comprendida entre la c/ Comedias y la c/ Doctor Cellier, obligados con toda seguridad por la existencia del puerto y astilleros del Zaporito .

Voy a establecer aquí un paréntesis en el crecimiento de la ciudad para presentar de forma esquemática los desarrollos del resto de los departamentos marítimos y analizar las analogías y diferencias de los crecimientos urbanos tres departamentos marítimos que se crean en el siglo XVIII, para ver las influencias sobre la futura ciudad de San Fernando.

Siendo los ingenieros militares, conscientes del gran desarrollo futuro de las poblaciones en donde se fundan los arsenales, se diseñan para cada una de ellas proyectos de ciudades de nueva implantación de acuerdo con las ideas urbanísticas que imperaban en ese momento.

La creación del Departamento Marítimo de Levante, con sede en Cartagena, anterior al de San Fernando y Ferrol, en 1.726, se realizó con una mejora del Puerto ya existente y con la construcción de un Arsenal dentro del mismo, y realizándose el crecimiento de la ciudad de forma irregular a modo de ensanche, con un gran desarrollo constructivo entre los años 1.750 y 1.782 en torno al Arsenal.

En el caso de Ferrol y La Isla se establecen los arsenales separados de los núcleos de población, lo que obliga a diseñar dos ciudades de nueva creación donde se debían alojar toda la nueva población que debía abastecer al Arsenal y al Departamento Marítimo, tanto militar como civil.

Como modelo de estas ciudades se toman los cánones de los grandes tratadistas del Renacimiento, adaptándose a las nuevas ideas y uso del siglo XVIII, que forman las llamadas CIUDADES IDEALES, que provienen de las ciudades fortaleza, trazadas de forma regular y rodeadas de un perímetro fortificado de forma poligonal, de las cuales tenemos numerosos ejemplos, entre ellos mas significativo es la ciudad ideal que plantea FILARETE, para la ciudad de SFORZINDA, que perfectamente ha podido servir de base para el primer diseño de San Carlos.

Son modélicos en ésta época los otros diseños de SANGALLO, LEONARDO, SCAMURRI ó VASARI y las ciudades fortaleza de VAUBAN, los cuales fueron suficientemente desarrollados por los urbanistas e ingenieros militares españoles en todas las fundaciones poblacionales de los siglos anteriores enHispanoamérica.

Las ciudades ideales renacentistas establecían la forma estrellada ó poligonal como las mas adecuadas para la defensa, estando sujetos estos diseños a plantas regulares en la que se suceden plazas cuadradas y calle rigurosamente rectas con formas perimetrales perfectamente definidas, en principio por la fortificación perimetral y posteriormente al desaparecer éstas por grandes avenidas arboladas y organizadas siempre alrededor de una plaza principal central en donde se colocaban los edificios públicos mas representativos.

Cuando en 1.750, salió la orden para la construcción de un Arsenal en Ferrol, se le encargó a Jorge Juan el diseño del mismo, el cual fue comisionado a Inglaterra para estudiar los sistemas constructivos británicos, y en particular el Arsenal de Chesburgo, que incluía no solo el diseño de esta base naval, sino una nueva población que buscaba una regularidad, claridad en las formas y monumentalidad,
intentando una perfecta relación entre la funcionalidad del Arsenal y el desarrollo urbanístico, que era lo que se intentaba diseñar en Ferrol.

La base naval que se empezó a construir en Ferrol quedaba separada de la antigua ciudad de pescadores, tortuosa y estrecha, diseñándose una nueva ciudad, unida al Arsenal que se corresponde en la actualidad con el barrio de la Magdalena.

En este caso los diseños ilustrados, que se habían aplicado intensamente en las colonias españolas del nuevo mundo se basaban en manzanas de proporciones casi cuadradas, que se alargaron en el caso de Ferrol, por las pendientes existentes, tomando una forma alargada rectangular, que luego tendrían su influencia en el diseño de la Isla de León.

Como se puede observar, las plazas principales se encuentran situadas de un modo lineal con la vía principal, que allí también se llama calle Real. Todo este desarrollo lo explico para ver la correlación con la forma que posteriormente se proyecta para la ciudad militar de San Carlos, debido con toda seguridad a las intensas y lógicas relaciones existentes entre ambos departamentos marítimos, ya que los ingenieros y arquitectos que trabajaron en Ferrol a las ordenes de Jorge Juan, posteriormente lo harían en la Isla de León.

En San Fernando es muy diferente, así como en Ferrol los trabajos entre el diseño de la ciudad y su construcción fueron continuos, aqui, debido a la oposición del Cabildo de la capital al traslado del Departamento Marítimo (Capitanía) de Cádiz a la Isla de León, retrasó su nueva ubicación de 1.750 a 1.767.

Mientras tanto se fueron diseñando para la nueva población de San Carlos, una serie de proyectos utópicos que no llegaron nunca a realizarse debido a distintas circunstancias históricas, económicas y sociales.

Este proyecto pasó por las siguientes fases:

– Primero, Pedro Castejón estableció ideas básicas para la nueva ciudad.
– Después Sabatini hizo un proyecto en 1.777
– Vicente Imperial Diguieri lo modificó en 1.786.
– Y finalmente, el Marqués de Ureña lo remodelaría en 1.791

Pedro Castejón, inspector general de Marina, fue el gran propulsor de la ciudad.

Elaboró las primeras ideas ó Plan Director, como se llama en defensa, sobre su´zonificación y futuro desarrollo, organizando las labores previas de desmonte y terraplenado del llamado Monte del Duque, intentando resolver las comunicaciones con el Arsenal, y colocando la nueva ciudad en sus inmediaciones, para posibilitar el control directo de todas las embarcaciones, según palabras de Pedro Castejón, debiéndo así levantarse “la más hermosa, más útil, más importante Población de la España y de su principal Departamento de Marina”.

Se pensó que en cuatro años estaría terminada, habiendo planificado los costes y los terrenos, y establecido un Estudio Económico Financiero.

Pedro Castejón propuso a Francisco Sabatini, Arquitecto Italiano que Carlos III había traído de Nápoles, en donde había trabajado para la corona. Y este elaboró en Madrid en el año 1775, un nuevo proyecto para la futura población de San Carlos.

Este diseño consistía en un dodecáedro irregular, inscrito en un defensivo polígono octogonal estrellado, también irregular, que pierde dos de sus lados y acorta otros dos para formar una rectilínea fachada marítima.

Es un plan complejo y contrasta con otros proyectos de ciudades militares de la época, mucho más uniformes en su configuración general.

El proyecto de Sabatini, debido a las marismas al replantearse sobre el terreno, sufre importantes modificaciones. Se extiende por sus lados, desplaza su ubicación para albergar la dársena y conformar una fachada recta que mira al mar, tal y como era costumbre en las ciudades marítimas fortificadas de la época.

La plaza principal, que normalmente en otros diseños de la época se sitúa en la fachada marítima, la incluye en el centro de la ciudad, como un gran espacio público adornada con los edificios mas representativos, alejándola del tráfico mercantil del puerto. Las manzanas su en su mayor parte cuadradas, las calles son

El proyecto incluía la apertura de dos canales, uno hacia la bahia y otro con dirección del arsenal, que se unían frente a la ciudad proyectada en una gran dársena, para el movimiento de los buques.

El movimiento de tierras a realizar incluyendo la apertura del canal ascendía a la cantidad de casi 1.000.000 m³.

En Marzo de 1.779, cuatro años después del comienzo del proyecto, el arquitecto Sabatini lo abandona por causas no muy conocidas, y se hace cargo del mismo el marino VICENTE IMPERIAL DIGUIERI, trabajando inmediatamente en la dirección de las obras, con arreglo a las directrices marcadas por Sabatini.Desempeñó esta función durante 10 años.
Primero se dedicó a continuar con las labores de explanación y terraplenado, que lógicamente, debido a su volumen no estaban acabadas y posteriormente concibió otro proyecto distinto, sustituyendo al del Italiano.

En el proyecto realizado por IMPERIAL DIGUIERI se desplaza la ciudad de San Carlos, acercándola al Arsenal de la Carraca, buscando terrenos mas firmes y salvando la parte de marisma que ocupaba el proyecto de SABATINI. espaciosas para la época, con una anchura de 12,5 metros.

Se abandonó la forma dodecagonal para convertirse en un rectangulo de 750 metros x 540 metros, con un área de 40,5 Ha, incluyendo una serie de alamedas perimetrales, bulevares y caminos de comunicación con San Fernando, perdiendo la rigidez del esquema defensivo de Sabatini, al considerar que la futura población estaría suficientemente defendida por las marismas.

La solución Diguieri es mucho mas simple, utiliza otro lenguaje urbanístico mas clásico en su concepción, con soluciones regulares simétricas y uniformes, cambia la situación original de Sabatini prescindiendo de la plaza abierta al mar.

Este proyecto se acerca mas a las ideas de Jorge Juan para Ferrol.

El diseño de Diguieri, basado en dos ejes perpendiculares divide a la población en cuatro partes, situándose en la intersección de ambos ejes una plaza cuadrada de 133 metros de lado.

Mirando hacia la población de San Fernando, se coloca una segunda plaza rectangular, situada en el extremo opuesto de la fachada marítima, que servía de desahogo a los cuarteles y la vez de conexión con la ciudad, que como vimos anteriormente se extendía hacia el Arsenal de la Carraca.

La altura de los edificios proyectada era de cuatro plantas ó tres cuerpos como le llamaban, con bajo y entreplanta y dos alturas, con zonas porticadas en la planta baja.

La dársena y los caños se mantienen en la misma situación, variando sus  dimensiones.

Las fortificaciones se sustituyeron por grandes alamedas arboladas, con cuatro hileras de árboles a modo de cinturones verdes, marcando los límites de la nueva población.

La calle principal central se prolonga hacia el sur y enlaza con la población de San Fernando, resolviendo de esta manera la conexión con la ciudad ya construida, estableciendo un inicio de ordenación con manzanas a modo de cuadrícula en aquellas zonas libres de edificación, estando ordenadas éstas cuadrículas de acuerdo con la ciudad proyectada.

La guerra con Inglaterra, de 1.779 a 1.783, paralizó parte de las obras, ejecutándose solo los edificios reales, la iglesia y un cuartel para batallones.

En 1.789 cambian de destino a Diguieri, siendo solicitada la dirección de obras vacante por el Marqués de Ureña, gaditano, hombre ilustrado y vecino de la población.

Debido a la situación de quiebra de la Hacienda Pública, fue necesario introducir modificaciones para reducir el coste económico de la construcción de la ciudad.

Estas modificaciones, afectaron a las obras hidráulicas y a las civiles.

En las obras hidráulicas se redujeron en anchura los canales, se suprime el puente que debía de comunicar con el Arsenal, y se construye otro sobre la prolongación de un canal que no se llegó a excavar, con lo cual el puente ha quedado sobre tierra (el actual Puente de Ureña).

En cuanto a las obras civiles, se suprimió el segundo cuartel a construir enfrente al actual, se redujo el numero de edificios públicos, se elimininaron las plazas de los mercados, con idea de que quedaran la mayoría de los solares posibles para su venta al mercado privado y poder financiar la urbanización y construcción de los pocos edificios que se pretendían.
Debido a las necesidades de culto de la Iglesia de la Purísima Concepción, fue necesario proyectar un edificio para Convento de Religiosos Franciscanos, ocupando la manzana situada detrás de la iglesia, y que posteriormente fue utilizado como hospital debido a las necesidades planteadas en la guerra de la independencia.
Por tanto, al final del siglo XVIII nos encontramos con la ciudad de San Fernando, que ha experimentado un crecimiento poblacional intenso, pasando de 7.000 a 40.000 habitantes en poco mas de 30 años y con un intento de planificación de una nueva ciudad situada en sus inmediaciones y que por las razones antes expuestas no se llegó a construir, con lo cual este crecimiento lo absorbe en su totalidad la ciudad.

Es necesario para estudiar perfectamente el desarrollo de la ciudad, no solo
conocer su evolución urbanística, sino comprobar como estas ideas ilustradas se materializan en una tipología arquitectónica que tomando los modelos de los edificios de las ciudades del entorno se van adaptando a las nuevas formas urbanas que se crean en la ciudad. Por todo ello es importante estudiar San Fernando a otra escala, y descender a su arquitectura, para ver como se va configurando esta ciudad que está en pleno desarrollo.
La tipología arquitectónica se refiere a una serie de invariables de ciertas
estructuras formales que actúan a modos de puntos fijos en la historia de la
arquitectura, en contraposición con el estilo, que depende de una coordenadas temporales y simplemente afecta a la morfología.
La morfología afecta solo a su aspecto externo y dentro de la coordenadas
estilísticas del siglo XVIII nos encontramos con dos formas o estilos
arquitectónicos muy claramente definidos:
Un estilo barroco como forma de arquitectura popular mas unida al
sentimiento de expresión andaluz y que se plasma en la arquitectura
privada de uso residencial, y realizada a sentimiento, sin ningún proyecto
previo, y ejecutada por maestro de obras y albañiles.

Y otro estilo neoclásico, como referencia de la arquitectura culta, que se
manifiesta en la arquitectura monumental de los edificios públicos, como
ejemplo Ayuntamiento, iglesias, edificios militares, etc…, y que lógicamente
estaba diseñada por arquitectos ó ingenieros militares.
Por tanto podemos afirmar que la arquitectura de San Fernando se encuentra definida por la dialéctica existente en la relación entre estos dos estilos arquitectónicos utilizados en conjunto y que han creado la forma urbana que todos conocemos.
En cuanto a la morfología, ya ha sido estudiada con profusión y detalle por el académico D Jerónimo Prieto, que en su discurso de ingreso nos disertó sobre las distintas formas de la arquitectura isleña, por tanto voy a ser un repaso a algunas topologías que se manifiestan en la trama urbana.
Los edificios mas importantes se construyen a lo largo de la calle Real y
responden a una tipología ya consolidada y desarrollada en otros lugares, como casas palacios y casas de vecinos de varias plantas que responden, en su gran mayoría, a una arquitectura exportada de otras poblaciones y que ya ha sido suficientemente estudiada por otros autores, entre ellos Luis Martínez Montiel en el libro antes citado.
Me voy a referir a un tipo de viviendas que se construye dentro de la trama
reticulada de la ciudad, ajustándose a sus dimensiones y que responde a una sistematización de unas tipologías básicamente mediterráneas y andaluzas que y que indudablemente tienen su respuesta formal en las típicas fachadas barrocas que estamos acostumbrados a ver en San Fernando.
Existe una forma de la manzana, que se repite con profusión dentro de esta
trama reticulada, de forma rectangular, diseñadas todas ellas en el siglo XVIII y que se sitúan en los loteamientos que entonces se realizaron en las diversas huertas de la poblacion, primero en la zona de la calle Colón y San Rafael y posteriormente a espaldas del Ayuntamiento de San Fernando.

Formalmente se sitúan en forma perpendicular a las calles principales, c/ Real ó c/ San Rafael con una profundidad de 25 a 35 metros y una longitud variable que se adaptan a los caminos existentes. Esta longitud muchas veces llega a ser superior a 100 metros.
Esta forma de las manzanas contrasta con la empleada por los urbanistas en el diseño de las ciudades de nueva fundación en América durante los siglos XVI y XVII, acercándose a los parámetros que se establecen en la otra ciudad departamental de Ferrol, cuyo diseño corresponde a Jorge Juan.
La división de estas manzanas se realizan con parcelas con un ancho que varía entre 10 y 15 metros y una profundidad que llega justo hasta la mitad de la manzana en su alineación mas larga y se materializa en construcciones de casas patio perfectamente racionalizadas en una crujía situada en la fachada principal, y paralela a ella, una segunda crujía con un patio central que se sitúa en el centro o en un lateral dependiendo del ancho de la parcela y una tercera crujía posterior en donde se suele situar un patio de servicio.

Manzana de la Pastora

Estas viviendas con una sup entre 100 y 150 metros han sido utilizadas normalmente como viviendas familiares y responden en su fachada a la típica portada y dos cierros laterales, en el caso de patio central o portada y uno o dos cierros en el lateral que se corresponde a patio lateral.
En el caso de parcelas mas grandes muchas veces se ha dividido la parcela en dos, situando en la parte central un patio de mayor dimensión que se ha dividido por la mitad para la construcción de dos viviendas, cada una de ellas con un acceso independiente mediante la típica portada pareada que aparece bastante en la arquitectura de San Fernando.
Estas casas originalmente eran de una sola planta, que posteriormente se han ampliado en una planta mas con la inclusión de una escalera en la parte posterior si es de la misma vivienda o en la entrada si es para otra vivienda diferente, resolviéndose esta escalera en un solo tramo en la primera crujía apareciendo la escalera empinada que fuera de toda norma subsiste en las casas isleñas, al tener que resolver el acceso a la planta superior en un solo tramo de 3,50 metros de longitud.

Vivienda cuatro portadas Calle Santa Lucía

Cuando ha sido necesario la ubicación de un gran número de familias en este parcelario aparece también de forma sistemática un tipo de casa de vecinos, perfectamente racionalizado e incluido dentro de esta trama reticular compuesto de el mismo esquema de la casa patio, que en este caso se alarga para dar acceso a habitaciones que eran ocupadas por distintas familias con los servicios de cocina y aseo comunes.

Plantas y alzado en Calle Doctor Cellier

Esta tipología de viviendas tiene su origen en los grandes patios de vecinos
situados en manzanas con mayor profundidad que existían en la zona de la calle Rreal comprendida entre Capitanía y la Plaza de la Iglesia y que seguramente fueron de las construcciones mas antiguas de San Fernando.
También existe otra tipología, perfectamente adaptada a la trama urbana de la ciudad, como es el bloque de viviendas de varios vecinos, que es el origen del actual bloque de viviendas, con varias unidades por planta, siendo el ejemplo mas característico, las edificaciones que forman la conocida Plaza de Rey, cuya fachada no la podemos ver con todo su esplendor debido a unos arboles, que muy mal situados nos entorpecen su vision

Crecimiento de la Ciudad de San Fernando en el Siglo XIX

Siguiendo con el desarrollo urbanístico, al comienzo del siglo XIX con la guerra de la Independencia se produce una gran ralentización en el crecimiento de la ciudad, que se mantiene a lo largo de todo el siglo XIX, pudiendo comprobarlo en el plano realizado para el Ayuntamiento por D. Pedro Sutil, en el año 1879.

Plano industrial y comercial de la ciudad de San Fernando / mandado levantar por el Excmo. Ayuntamiento… es propiedad de Juan Calvet y Boix de Barcelona
Fuente: Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya

Aquí podemos ver como únicamente la ciudad ha crecido hacia el este de la c/ Real, con una trama mas desordenada, alejada por tanto de las ideas racionalistas de la Ilustración y por la zona trasera del Ayuntamiento siguiendo una cierta cuadrícula.

En este plano se encuentra ya situada la línea del ferrocarril, que divide definitivamente la ciudad de San Fernando de la población de San Carlos, dejando separada la parte militar de la civil. Esta separación quedaría luego acentuada, un siglo después con la construcción junto a la vía del ferrocarril de la autovía de circunvalación.

Durante la primera mitad del siglo XX, tampoco se construye prácticamente nada,aunque tiene su interés la aparición de una pequeña colonia de viviendas unifamiliares que siguiendo los modelos urbanos de ciudad jardín se construye en la c/ Montesinos Anillo, entre la c/ San José y San Antonio y Sequero Glorieta.

Alzado Casas Baratas

Esta ordenación está formada por aproximadamente 40 viviendas unifamiliares con jardín delantero y patio trasero, desarrolladas en una ó dos plantas, con las de dos plantas situadas en las esquinas y las de una planta en la parcela central.

El esquema de fachada responde ya a la arquitectura regionalista, que hacía furor en la época (después de la exposición universal de Sevilla), adaptada un poco al léxico isleño. (almenas, rejas…).

A partir de la posguerra en la década de los 40 y 50 se comienzan a construir promociones unitarias situadas en zonas muy puntuales, casi todas ellas de iniciativa pública, formada por bloques de tres y cuatro plantas rellenando los vacíos urbanos que aún existían en las proximidades de la c/ Real, dando origen a nuevas calles, que muchas veces intentan conectar con la antigua trama urbanas sin conseguirlo.

En la década de los 50 existe un documento gráfico de una gran importancia para conocer el estado de la ciudad en esos años, y es una fotografía aérea muy detallada de todo el territorio nacional que realiza Norte America y que se denomina en el argot profesional el “Vuelo Americano“, aquí podemos ver sobre la ciudad de San Fernando en aquella época, el crecimiento de comienzos de la segunda mitad del siglo XX.

Son de esta época las barriadas del Parque, Carlos III, de San Ignacio, Sacramento, viviendas militares como La Ardila y San Carlos, asi como la urbanización del parque.

Este crecimiento de esta época, se realiza sin una planificación previa, puesto que en España todavía o existía una legislación urbanística que exigiera la redacción de un planeamiento para el desarrollo de las ciudades.

El primer Plan General de Ordenación de San Fernando, se realizó en el año 1.967, con el que se produce un fuerte incremento de la construcción, terminándose de rellenar estos huecos de la zonas mas próximas a la c/ Real y comienza un fuerte desarrollo hacia el oeste y sur con promociones unitarias de bloques abiertos y en altura, siguiendo las ideas urbanísticas desarrollistas de los años 60, con una estructura urbana que conecta muy mal con las edificaciones existentes de manzana cerrada, creando espacios residules entre el casco histórico y el nuevo crecimiento urbano.

Otra operación urbanística que se comienza a realizar en esta época es la
substitución de edificios en el interior del casco, con la demolición de parte del patrimonio de la ciudad, construyéndose en un lugar edificios de seis ó siete plantas en total desacuerdo con los modelos arquitectónicos existentes en la ciudad histórica.

La destrucción del casco histórico en esta época, queda agravada con la ocupación de algunos de los pocos espacios públicos que quedan dentro de la ciudad histórica, como por ejemplo la Plazoleta de las Vacas, ocupada por la lonja; la plaza Madariaga, ocupada por viviendas; la plaza Rodríguez Arias, ocupada por El Dispensario; la antigua plaza de San Antonio, primero ocupada por el cine Salon, y que el plan no hizo nada por recuperarla, estando ocupada en la actualidad por viviendas.

Con la incoación del expediente de declaración del Conjunto Histórico Artístico en 1980, y la aprobación en el año 1981 de un nuevo Plan General, se un mayor control urbanístico sobre el casco histórico, reduciendo las alturas de las edificaciones del mismo, con lo que se produce una pérdida del valor económico del suelo, con el consiguiente abandono del centro por parte de los promotores, volcándose en las zonas periféricas, con la condena de muchas casas a la ruina.

Son construcciones de esta época todo el desarrollo de las nuevas urbanizaciones hasta la avenida Constitución y el relleno de las huertas existentes al final de la calle Carraca y calle San Rafael.

La calle Real deja de ser carretera nacional en el año 1986 trasladándose esta vía paralela a la vía del ferrocarril introduciendo un factor mas de incomunicación con la zona norte de la ciudad.

El desarrollo urbanístico que se produce en la década de los 80 termina de colmatar casi todo el espacio que queda en los alrededores de la ciudad etendiéndose esta hacia el sur, traspasando los límites de la Avenida de la Constitución y ocupando las ultimas huertas que quedaban en Camposoto.
En cuanto al del centro urbano, sigue degradándose por la reducción del
aprovechamiento al aplicar la normativa del Conjunto Histórico, y su control por la Comisión del Patrimonio, por lo que durante esta decada se mantiene la degradación del casco historico.
En el Plan General que se revisa en el año 1992, se puede comprobar que prácticamente todo el suelo urbano estaba consolidado a excepción de 5 sectores de suelo urbanizable que se sitúan en la periferia de la ciudad.

Uno en la entrada por el Puente Suazo triángulo de Cupimar, otro en la zona norte Casería que se está desarrollando en la actualidad, dos en la zona de Camposoto ya edificados y uno en la zona industrial de Fadricas que se está actualmente urbanizando.
En el casco histórico se comienza la redacción de un plan especial de protección, el cual lleva más de 8 años en redacción y aún no esta aprobado debido a los muchos intereses económicos que se están barajando en la protección del casco urbano consolidado y de la falta de criterios en el modo de conservación y puesta en valor del patrimonio arquitectonico.

Propuesta utópica de crecimiento

Quiero presentar aquí una propuesta de lo que la ciudad de San Fernando pudo haber sido urbanisticamente y no ha sido, por las causas que he analizado durante el desarrollo de la exposición.
Este ha sido un tema muy recurrente en la historia de la arquitectura moderna puesto que en el desarrollo de las ciudades han intervenido muchas causas y tensiones externas que han ido modificando la idea primitiva de ciudad, y que incluso han intervenido sobre la construcción de la ciudad cambiando drásticamente para bien o para mal la forma actual de ella.
Las ideas ilustradas de la ciudad que hemos estudiado en la presente exposición durante el siglo XVIII, se habían desarrollado previamente en la fundación de las ciudades hispanoamericanas, teniendo en la actualidad muy bellos ejemplos de ciudades, que debido a que no han estado situadas en zonas en donde no ha actuado la especulación inmobiliaria, se encuentran prácticamente tal cual se concibieron y diseñaron en los siglos XVI y XVII.

Unos de mis sueños desde que terminé la carrera de arquitectura y
posteriormente en mis intervenciones como urbanista en diversos ciudades de la Bahía de Cádiz, ha sido soñar como hubiera sido el desarrollo urbano de San Fernando, si no hubieran existido los problemas políticos y financieros de finales del XVIII y principios del XIX, que truncaron su futura como ciudad ilustrada.
Por tanto quiero presentar aquí una propuesta de crecimiento basada en las preexistencias urbanas del siglo XVIII y en los proyectos e ideas que se redactaron para la ciudad de San Carlos. Intentando coordinar el desarrollo ya existente antes del proyecto de San Carlos con las ideas que planteaba el citado proyecto urbanístico.

Cedido a El Güichi de Carlos por
José María Cano Valero