CallejeroPor qué decimos

La acera de los tramposos

Bajando la calle Real hacia Capitanía (la acera de la derecha) o subiendo la calle Real hacia El Carmen (la acera de la izquierda), es la que se ha venido llamando popularmente, desde Aquellos Tiempos “La Acera de los Tramposos”(tal como suena).

Esta acera de la principal arteria de comunicación de nuestra ciudad, quizás por el hecho de no recibir los calores del Sol hasta bien entrada la tarde (cuando el astro ya se encamina buscando la playa de Camposoto y desaparece ocultándose por el horizonte atlántico ofreciendo una bonita imagen del último atardecer peninsular). Decía que quizás por el hecho de ser sombría “la acera de los tramposos” y permanecer la solería mojada por la humedad de nuestro clima hasta “la hora de comer”, fue y es poco transitada por los cañaíllas. Amén de que la última vez que se cambió la solería, allá por los años 90 “se lucieron” con el pavimento elegido que ayudó a caer por los suelos resbalándose a bastantes isleños. ¡Vaya con Dios el angelito que optó por la solería!

La acera de los tramposos. Parte desde el desaperecido comercio de ropa llamado «Mónaco». Fotografía de www.elguichidecarlos.com

Nos podríamos situar en cualquier año del siglo pasado para imaginar cómo nuestros paisanos “paseaban” tomando el sol por la acera contraria de la calle Real que también era conocida como “la de los pares”, por aquello de la numeración de las viviendas. Eso sí, nos podríamos situar en las décadas de los 30,40,50,60,70 ú 80, pero llegando el año de 1992, cuando se inaugura en “Cañoherrera” el centro comercial de Bahía Sur, las gentes comienzan el éxodo a las nuevas instalaciones para comprar o pasear viendo los escaparates. Comenzó también la despoblación en los paseos por la calle Real.

Como queda reflejado en otro artículo de “El Güichi de Carlos”, las mañanas y las tardes de todo el año, los cañaíllas y los que vivían aquí, pasaban las horas andando en el tramo comprendido entre la Alameda y la Plaza de la Iglesia, con prolongación a veces por la calle Rosario hasta la de Colón. Ida y vuelta. Una y otra vez. Hasta que el cuerpo aguantara o llegara la hora de comer, de ir al cine o recogerse.

La acera de los pares solía tener establecimientos de todas las actividades comerciales e industriales. Pastelerías, Confecciones, Refinos, Barbería y Peluquería, Farmacias, Imprenta y Prensa, Ferreterías, Establecimientos de venta de vinos y Güichis, Restaurantes y Cafetería, Ópticos, Círculos Artesanos y de Oficios, Casinos, Hoteles y Pensiones, Kioscos y Carrillos, Comercios de Muebles, Ventas de aparatos de músicas, Expendeduría de Loterías, Relojerías, y hasta kioscos de prensa (tabaco de contrabando incluido) y venta de entrada para los cines. Sin olvidar a los Betuneros y la venta clandestina de profilácticos. Los casinos, los bares y restaurantes solían tener en los exteriores de las mismas mesas y sillas donde los parroquianos cómodamente, solían saludar a los paseantes. Por supuesto que cualquier “moza” cuya observación al pasar fuera obligatoria, se tenía en cuenta. Si existían necesidades fisiológicas, en la Plaza de la Iglesia se encontraban los váteres públicos.

Sin embargo, por la acera de los tramposos no solían estar ubicadas tanta actividad comercial. “Freidores de pescao”, Refinos, Ultramarinos y los bares Las Camelias y Avenida y Reverte, que también solían tener sus terrazas llenas de gentes consumiendo la tapa o raciones por la mañana, o el café de la tarde.

Pero lo cierto es que toda La Isla paseaba por la acera contraria a la de los tramposos. Era una aglomeración de personas que en anchas filas, los que bajaban tomaban el lado derecho de la acera y los que subían lo hacían por el lado contrario (junto a los escaparates y paredes). Como la circulación de vehículos. Pero resulta que, al llegar a las terrazas de “La Cepa Gallega”, “Bar San Diego”, “Nueva España”, “Bar Madrid” “Reverte” (una vez trasladado), “Bellavista” “Bar Isabela”, “La Mallorquina” o “Bar Correos” y los Casinos, las sillas en las terrazas implantaban un “tapón”(atasco de público paseante) que pasito a pasito, se avanzaban sin dejar de saludar una y otra vez al conocido que marchaba en sentido contrario.

Las personas con prisas y las llamadas “bullitas y nerviosas” que no podían soportar los inconvenientes del paseo de la “acera de los pares”, solían cruzar y andar más ligeros sin tanto agobio por la acera contraria. Evidentemente, al ser la acera más sombría por lo comentado anteriormente y utilizada por menor número de viandantes, a los que solían pasear por la “acera de los números impares”, y el no hacerlo como toda la Isla, se les vino a decir y comentar que solían tener trampas y no deseaba encontrarse con sus acreedores en el paseo.

Fuera por el Sol. Por que es la acera donde se encontraban también la Alameda Moreno de Guerra, La Plaza del Rey y la Plaza de la Iglesia. Por los comercios o por lo que fuere, el hecho era, y los que lo vivimos, lo conocimos, toda La Isla paseaba por la misma acera. Excepto los pocos que lo hacían por la de los tramposos. Y a tener en cuenta que, en “aquellos tiempos” el no cumplir con los pagos comprometidos y ser un “tramposo”, pesaba mucho socialmente.

la nueva acera de los tramposos
La nueva acera de los tramposos. Dios quiera que la crisis económica que estamos viviendo en estos años, no e convierta la acera de los tramposos a todo lo ancho de la calle Real. Fotografía de www.elguichidecarlos.com

Pero todo ha cambiado. En estos tiempos de crisis mundial que vivimos, hoy casi todos, o la gran mayoría, tendríamos que ir por la acera de los tramposos, inclusos algunos que otros de los que se ganan la vida en la política. Quizás sea esta la solución a las obras que se están ejecutando que, a partir del último trimestre del pasado año de 2008 y comienzo de éste de 2009, iniciaron la semi-peatonización de nuestra querida y vieja Calle Real, y hacer desaparecer las aceras, y por consiguiente, la de “los tramposos”.

Pero nosotros, los que estamos viviendo esta transformación mientras vivamos y traslademos a las futuras generaciones, seguiremos llamando la acera de los tramposos a ésta parte de la calle Real, aunque algunos que otros paseen tomando el sol o circulen por el centro dónde se ubicarán en su día, las vías del Tren, también llamado “tramposamente” Tranvía.

El Güichi de Carlos
Febrero 2009.