Carnaval, la historia escrita con letra pequeña
Según Ramón Solís en su libro «Coros y Chirigotas» en el año 1664 se cantaron unos maitines en la catedral de Cádiz, cuyos cantores era de color moreno, y este puede ser en su origen parte del carnaval que conocemos hoy (1994).
Más tarde con la llegada de la Casa de Contratación en 1717 el carnaval se afianza aún más, y toma un gran auge, pues la bahía se torna más cosmopolita, ya que Cádiz cuenta en esos momentos, con tres teatros, uno francés, otro italiano y otro inglés; de ahí que las comedias de Moliere o Shakespeare se presenciasen por los gaditanos y el carnaval tomase aún más fuerza.
La Real Isla de León, fue siempre el lugar de descanso de los potentados y acaudalados comerciantes de Indias, apellidos como Barrios, Soto, Macé, Moreno de Guerra, Fantoni, Lila, etcétera… solían tener sus residencias en nuestra ciudad, de aquí que el carnaval tomara carta de naturaleza entre los isleños, al ser una diversión en la que podían participar todos, nobles y villanos.
El siglo XIX es el de revoluciones y pronunciamientos cuando el carnaval toma su auténtico arraigo popular y aparezcan los primeros nombres conocidos, como la «Goleta Terrible» del año del cantón 1873, o que las Cortes doceañistas se cantaban coplas a la Pepa, más tarde en 1884 aparecerá la primera música, la de «Las Viejas Ricas», y desde ahí hasta nuestros días.
Desde 1901 a nuestros días el espíritu reivindicativo que de siempre adoptaron las letras de carnaval continuó vigente hasta el propio año 1936, en que la Guerra Civil arrasó con todo. Mas tarde el carnaval renacería de sus cenizas pero con una vida a salto de mata hasta la llegada de la democracia en 1977 en que de nuevo vuelve lentamente a recuperarse para bien de los aficionados.
Jesús del Río Cumbrera, de la Cátedra Municipal de Cultura «Adolfo de Castro».
San Fernando Información, 14 de febrero de 1994.