A Santiago bustos, de profesión barbero le gustaba la pesca. Santiago Bustos tenía para pescar una boína con más verdín que una azotea donde metía la carná. La caña, de las primeras, la había comprado en el huevero, la había anillado el mismo con anillas de Bazán y era una reliquia familiar y un legado y un espejo que mirarse.

-Un primor, usted.

¿Verdá que está bonita?

A Santiago Bustos le gustaba pescar con el compare, que echaba veladas en astilleros y o entendía más o acompañaba o vaya usted a saber, si no pescaba solo.

Santiago Bustos creía en la mala suerte, en los gafes, en los martes y trece y en los inspectores del consumo.

La noche de tosantos traía una marea de luna, las mareas de luna tiene fama para ciertos peces como las corvinas y los Cazones y Santiago Bustos pensó en trincar una igual que tonsuraba coronillas, una vez en la vida

-Compare, ¿las corvinas son grandes?

-Depende.

El compare era callao, prudente y comedido y no aportaba lo que se dice mucha luz al asunto.

Así que la noche de la marea de lunes, Santiago Bustos se cogió su carné, su boina, su caña y su capacha y se plantó en bicicleta en el Muelle de Gallineras, en la misma punta y en corriente que según el compare era el sitio donde la corvina come y no duerme.

A las doce de la noche la luna estaba gorda y alta, el vientecillo repasaba el cogote y no había picado nada, lo que se dice nada. Santiago Bustos se ajusticiaba el frío con tientos de botella y miraba la caña como el que mira el cupón de la Once por ver si le picaban. Un perro aullaba por la orilla del Cerro. La oscuridad el frío y el perro le recordaron que era la noche de difuntos. El no creía ni descreía pero se sintió solo y raro.

-Pa qué vendría yo, con lo bien se está en la cama.

Una especie de ulular de cuerno sumergido, un sonido gutural y profundo salía de la parte de atrás del muelle, por donde las columnas se estrechaban. Era como el aullido del perro bajo el mar, era….

Santiago Bustos sintió que el frío era mas frío, sintió que los pelos no se querían peinar, sintió que la pesca ya le importaba nada y salió corriendo sin caña, sin boina, sin carná, sin bicicleta, con los zapatos trepando suelo.

-una desgracia compare, yo no sé pero pa mí que eran los contrabandistas.

-Pues esa era las corvinas, compare.

-Pues ya no pesco más, por mi mare.

 

Rafael Duarte.

Publicado en La Cuestión 1990.

Reeditado por El Güichi de Carlos.

Diciembre 2009.

1810-2010.- 24 de Septiembre. Bicentenario de Las Cortes. Comienzo de la deliberación y aprobación de los decretos de la primera Constitución española de 1812 (La Pepa), en la Villa de la Real Isla de León.