El joven Antonio Bey antes de marchar a Madrid para encauzar su vida profesional residió junto a su familia en la calle Comedias (Lope de Vega por aquellos años) número 49.

De las manos del escultor Isleño Antonio Bey Olvera nacieron las imágenes de La Virgen de la Caridad, Cristo descendido y el Cristo del Perdón de La Casería. En Cádiz y Chiclana también existen imágenes de este cañaílla. La Virgen de la Caridad por aquellos años, representaba una mujer con la edad suficiente para tener un hijo de 33 años. Tenía cara de andaluza, tez morena, cuyo perfil se podía reconocer fácilmente entre los familiares del escultor. El Cristo del Perdón es lo más parecido a un humano. Otras imágenes de Bey son el Cristo del Santo entierro de la hermana ciudad chiclanera, una Verónica en la Salud (vulgo Sanidad) gaditana, y otras figuras de las llamadas secundarias en la Capital.

Antonio Bey
1935 Antonio Bey en Madrid. Foto cedida por la familia.

Antonio Bey después de pasar unas vacaciones en La Isla, marcha a Madrid teniendo un accidente la avioneta que le trasladaba. En el mes de agosto de 1975 fallecía. Su próximo viaje a La Isla (D. M.) estaría previsto como casi todos los años para el Martes Santo con la salida de “su Caridad”.

El Güichi de Carlos. Historias de La Isla.


El arte de este escultor isleño tenía sobre todo, como principal ingrediente, su poderosa intuición, como decíamos, intuición que le proporcionaba no solo sabiduría artística sino un gran conocimiento humano, una madurada experiencia no adquirida, pero que por obra y gracia de su capacidad de ver casi premonitoriamente, le permitía crear con seguridad.

Como artista intuitivo, su obra maduraba lentamente, necesitaba llenarse de vivencias, de sensaciones, de emociones que iban morosamente remansándose, saturándolo hasta que, llegado el momento de poner mano a la obra, ésta se producía de golpe, con prisas y ansias. Y debemos decir que este proceso de creación, que a nosotros no se nos escapaba, no fue comprendido por muchos llevados de naturales impaciencias, pero en contra del modo de hacer, de la sensibilidad y del temperamento del artista.

Antonio Bey con el grupo escultórico de la caridad
La fotografía fue tomada en 1943. cuando Bey, un chaval, acababa de terminar este grandioso grupo escultórico. La foto nos la ha cedido Antonio Cerro y es inédita. Con este texto es publicada en Boletín «Isla» el artículo y fotografía año 1961, de G.C.

Con esto creemos queda explicado su arte, que ha permitido que en nuestra ciudad un estilo personal, una manera de hacer totalmente comprensible para el pueblo, tengan realidad. Una realidad cargada de indudable fuerza emocional, como legado que el autor nos deja a todos los isleños para siempre

Si artísticamente era así, humanamente tenía también Antonio Bey una gran fuerza y personalidad, que nunca desligó de su realidad como artista, entre otras cosas porque no podía. Su estudio fue lugar de tertulia inolvidable, enseñó muchos secretos del arte a pintores que hoy han conseguido indudable prestigio, fue amigo de todos y perdió el tiempo, pues su corazón era generoso, precisamente entregándoselo a amigos que no lo eran nada más que circuns-tandalmente.

Su estudio fue muchas veces academia gratuita de dibujo. Recordamos que en cierta época el P. Cruceyras, el pintor Juan Jaén y el que esto escribe, estudiaron dibujo durante muchas noches que no tenían fin, guiados por el certero guía que en cosas del arte fue siempre Bey. Y tanto ingenio y olfato tenía para todo lo que se relacionaba con el arte, que como papel de dibujo utilizábamos cierto papel de estraza que habíamos comprado entre todos por kilos y que él había descubierto al hacer una compra en una tienda de ultramarinos. Este papel, ciertamente podía decirse que era mejor que el de marcas acreditadas fabricado expresamente para dibujar. Pero no servía un papel de estraza cualquiera, tenía que ser aquel que él decía; y tenía razón.

Queda esbozada a muy grandes y toscos rasgos la personalidad del escultor Bey.

Mosaico de Antonio Bey
Boceto Corazón de Jesús para Ayuntamiento. La fotografía nos muestra, quizás, la última obra realizada por el escultor Bey, antes de dejar San Fernando. Este relieve iba destinado a ocupar en la fachada del Ayuntamiento, el lugar del actual mosaico. Muchas circunstancias impidieron que se llevara a realidad. Posiblemente de este relieve no exista ya sino la fotografía de G. Caos que publicamos. Texto y fotografía publicado en Boletín «Isla» enero 1966.

Hemos querido dedicarle a él este recuerdo, precisamente ahora que se aproxíma la Semana Santa isleña, que como todas las cosas que tienen un hueco en su corazón es su Semana Santa, y también porque nos proponemos dar una visión real, objetiva, de la importancia de nuestros artistas, y Antonio Bey Olvera, al que la vida ha hecho alejarse de su Isla, es importantísimo escultor isleño, gran artista al que mucho admiramos.

Antonio Bey con una obra que realizo en Madrid
Antonio Bey Olvera. Muestra otra de sus obras que realizó en Madrid. Fotografía cedida por la familia.

Ausente en estos últimos años de su Isla, el escultor Bey es recordado, sin embargo, por un grupo de amigos fieles, que supieron apreciar su arte y su enorme potencial humano.
Bey es, como los isleños de buena cepa saben, autor de varias de nuestras imágenes, como son el grupo escultórico de la Caridad, el Cristo del Perdón y el Sagrado Corazón que hay en el paseo del General Lobo.

Antonio Bey Corazón de Jesus
Corazón de Jesús en la Glorieta. Obra del escultor isleño Antonio Bey Olvera. Fotografía www.elguichidecarlos.com

Estas obras han sido muy discutidas, por dos razones, una porque Bey era «tan de casa» que todo el mundo se permitía opinar sobre sus obras, sin conocimiento de causa, y otra porque la fuerte personalidad de este auténtico artista hacía que su interpretación personal de las cosas, en este caso de imágenes sagradas, chocase con el común sentir, muchas veces adocenado, del público en general.

En Bey había, y decimos había porque según parece este gran escultor se dedica a tareas distintas a su arte, un genial intuitivo. Evidentemente hizo estudios de bellas artes, teniendo que ir (digámoslo de paso) muchos días andando hasta Cádiz para dar su clase de modelado; pero estos estudios no hicieron otra cosa que ponerles de manifiesto el camino que había de seguir y que no era otro que escucharse a sí mismo, dar salida a su mundo que era y es, terriblemente poblado, caótico, casi imposible de contenerse en una sola sensibilidad artística.

Y sabía lo que hacía cuando decidió que el Cristo del Perdón fuese un robusto crucificado y sabía lo que hacía cuando creó ese inigualable grupo de la Caridad, en el que hay escorzos geniales y una manera que pudiéramos calificar de castellana, vivificada por lo andaluz, dentro de un puro realismo y a la vez elevándose hacia una concepción de lo espiritual, tan difícil en escultura, sin llegar a retorcer o a alterar los cánones de esta misma realidad.

Cristo del Perdón de Antonio Bey
Cristo del Perdón. Con su 1,83 mts de altura marcó un hito entre los Cristos de la Isla. El importe acordado entre la Junta y el escultor en 3 de julio de 1953 fué de diez mil pesetas. (60 €uros). Finalizó el trabajo en Marzo de 1954. Fotografía de www.elguichi de carlos.com

Esto era el resultado de su intuición, de una intuición que tenía una paradógica base lógica, razonada, como si dijéramos rumiada lentamente antes de convertirse en realidad, pero sin perder por ello su frescura de cosa intuida, adivinada, inspirada.

Su sentido religioso le venia de la honda raiz del pueblo, y él sabía expresar esto mejor que nadie porque se sentía pueblo a pesar de tener una sensibilidad tan despierta para el arte, y sabía cómo tenían que ser los Santos para que su pueblo pudiera llegar hasta ellos con el corazón que es una buena manera de acercarse para llegar a más profundo conocimiento.

El Ayuntamiento y la ciudad de San Fernando, le tiene concedida una calle en la Huerta de Baldomero, entre las calles Menéndez Pidal y Juan Ramón Jimenez a este cañaílla con la denominación de Escultor Antonio Bey.
Antonio es el comienzo de una generación de escultores en la familia Bey. Su hijo Juan Antonio Bey García, y uno de sus sobrinos Juan Luis Castro Bey son continuadores de la tradición de artista en la Isla de San Fernando.

Boletín «Isla» 1961