El 141 es bajío
El número 141 en La Isla es sinónimo de mal agüero. Este es el número que identifica al Campo Santo y Cementerio Municipal Católico de nuestra ciudad. No se trata de la numeración correlativa de los inmuebles situados en la Calle General García de la Herrán. Le fue asignado el mencionado número como identificador en el callejero de la ciudad.
Los campos, pagos y huertas situados fuera del municipio fueron identificados con numeraciones que para nada tenían que ver con la proximidad de algunas que otras calles.

En “aquellos tiempos”, allá en la década de los años cincuenta, el Cementerio se encontraba a las afueras de San Fernando. El camino era de tierra, prácticamente intransitable. Como es natural, siempre han existido historias cotidianas de miedo que hace referencia a este lugar que, su camino completamente a oscuras ya daba el “escalofrío interior del cuerpo” y se veían sombras y ojos a medidas que nos acercábamos al lugar.
En cierta ocasión que estaba siendo frecuente por las noches saltar la tapia por parte de personas necesitadas de lo ajeno, y debido a los destrozos que se estaban efectuando en las ornamentos existentes en las tumbas y lápidas, el Sr. Alcalde ordenó que un componente de la Guardia Urbana –por aquel entonces-, pasara las noches en su interior con el fin de capturar a tan “valientes saltadores». El servicio se le encomendó al Cabo Lago.
Como quiera que el camino por su falta de luz y tránsito de personas también se prestaba a que las parejas de novios pudieran darse algún que otro beso, “achuchón” o “magreo”, los jóvenes con sus “pibas” rondaban aquel lugar al caer la noche.
Una de estas parejas entusiasmada llegó hasta una de las ventanas del Cementerio, concretamente la que correspondía a la “sala de duelos” prometiéndose todo el amorío posible.
A la pregunta de ella “dime que este será nuestro secreto, que sólo tú y yo lo sabremos”, abrió en ese momento el Cabo Lago la ventana y exclamó: ¡Que te lo has creído¡ ¡Mañana se lo comento a tu “mario¡” Evidentemente el municipal estaba a la escucha de las conversaciones de aquella pareja que salió corriendo dejándose ella uno de los zapatos en el camino. Según la versión de dicho Guardia, mientras que duró su servicio en el Campo Santo, no volvió a aparecer por aquellos lugares los infieles.
El 141 es el lugar dónde todos debemos ir, cuanto más tarde mejor.
El güichi de Carlos