Cargadores antiguos de La Isla
Yo los recuerdo con un pañuelo anudado sobre la frente, el pantalón remangado casi por hábito, alpargatas de esparto y un moratón grande, sangrante a veces, entre el cuello y el hombro.
Cobraban una miseria para remediar sus miserias, y no todos eran vigorosos, ni corpulentos. Los había, sí, que impresionaban, más que por su fuerza, por la resolución que transmitían, porque estar en la carga llevaba consigo un punto de resignada desesperación, que la carga era, al fin y al cabo, el hombre reducido sólo a esfuerzo físico, como un animal de fiera mirada y amansados ademanes.
Era gente ruda, carne apaleada en las toscas parihuelas de sal, en el trasiego de cajas de fruta, de pescado, de reses recién sacrificadas en el matadero… Pero llegaba Semana Santa, y se operaba el milagro. Parecía imposible que aquellos hombres -más hechos a lo brusco que a lo delicado- fueran capaces de ser tan disciplinados a la voz del capataz, tan precisos en los movimientos, tan suaves en el andar, tan tiernos en el mecer.
Si no hubiera sido por ellos, quién sabe qué hubiera sido de la Semana Santa de la Isla. Se olvida con facilidad que fue precisamente la fama de sus cargadores -de aquellos cargadores- la que primero traspasó las fronteras, que fueron ellos los que le proporcionaron el principio de la singularidad de que hoy goza, los que contribuyeron, antes que nadie, a que nos entrara por los sentidos, que es como el temblor de la ternura, como una forma de rezar con el cuerpo y con el alma.
Hoy, cuando todo es materia opinable, cuando las modas tienden a borrar la memoria de los pueblos, quiero ofrendar un recuerdo a aquellos cargadores de mis primeros recuerdos, a aquellos hombres vigorosos, corpulentos y rudos, que transmitían una emoción inédita, que se hacían sensibles al dolor de un pueblo ante la pasión de Cristo, al amor de un pueblo ante sus Vírgenes doloridas, que se convertían en esperanza cierta de que su carne apaleada fuera algún día, por la Resurrección de Cristo, gloriosa carne resucitada.

Francisco Carrillo
Publicado en Boletín «Medio Ganchete» de la Cuadrilla de «Nicolás Carrillo». Año 1993.