Luto de por vida
Hasta hace tan sólo unos treinta años, en el siglo pasado, al fallecimiento de un ser querido los familiares vestían de luto riguroso (color negro) en el caso de las mujeres. Los hombres mostraban las penas combinando con el color gris. Los asistentes al duelo vestían ropa nada llamativa en otros colores en señal de respeto.
Las prendas de luto era la principal señal de dolor para la mujer. El color negro se apoderaba de los trajes, las medias, los zapatos, incluso el velo y guantes. La ropa interior también se enlutaba.
EL hombre según el parentesco con el finado vestía completamente de negro o como mucho, camisa negra, pero haciendo juego con el gris.
Si el finado era pariente político, un brazalete ancho de tela rasa negra en la manga de la chaqueta o, simplemente un botón negro sobre el ojal hacía cumplir con la sociedad.
Las mujeres no salían de las casas hasta que no clausurase el duelo. No acudían al Cementerio. Algunas que otras asistían al funeral de la Iglesia y una vez finalizado regresaban a casa. La mayoría de las viudas ni tan siquiera se dejaban ver en el duelo.
La costumbre de guardar luto y tiempo enlutado se establecía según la afinidad con el fallecido. Para los padres, hermanos e hijos, aunque se implantaba un año de luto, más seis meses de alivio, la mayoría ya no se lo quitaban de por vida.
Si el fallecido pertenecía al rango de los abuelos, el luto consistía en seis meses y tres de alivio. En el caso de tíos o primos; un mes de luto y nueve días de alivio.
Para los parientes políticos se guardaba el luto en respeto al cónyuge. Pero como hemos mencionado anteriormente, la mujer totalmente de negra y el hombre con un solo brazalete de raso en la manga cumplía.
El luto anunciaba la pena y perdida de algún ser querido. No importaba la edad que tuvieran los chiquillos para vestirlos completamente de negro. A veces, la ropa de usar en el interior de la casa no era de tan riguroso luto. Pero ante la visita de algún extraño de la casa, o salida a la “tienda” para los mandaos, era común mostrar el luto entero.
Mientras se guardaba luto, no se concurría a celebraciones, festejos, actos sociales, ferias, bailes, el cine, los toros, la playa o el simple juego infantil en las plazoletas y calles del barrio, mayoritariamente por las mujeres o personas de avanzada edad.
Las mujeres que se encontraban de luto no usaban las uñas pintadas o “barritas de labios” (pinta labios). Su dolor tenía que revelarlo en todos los detalles posibles. Ni tan siquiera podían mostrar ropa ajustada que hiciera resaltar la figura femenina. No se podía provocar…
Una excusa frecuente era decir: “No puedo ir. Estoy de luto entero” Se daba las circunstancias que muchas mujeres entraron en luto de muy jóvenes y, debido al constante fallecimiento de familiares, no se lo quitaron jamás. Otras sacrificaron sus noviazgos y felicidad matrimonial.
Con el medio luto, ya era otra cosa. Al menos los juegos callejeros, el cine y actos sociales estaban bien visto. El alivio consistía en el progresivo mezclado en la ropa negra con otros colores como el blanco, gris, o malva que permitía relajar la pena y el dolor así como el aspecto personal.
En los entierros ya no se ven los chaqués y levitas cruzadas. Las colgaduras, los crespones y las personas no están enlutadas. Ya no se lleva a hombros el féretro. Los penados no visten de luto. Las vestimentas son coloridas y extravagantes. Las mujeres tienen presencia hasta el último momento. Tan solo con la asistencia al entierro se demuestra el respeto, la condolencia y pésame.
Los duelos no ya no son en las casas ni en la sala de Duelos del Cementerio. Ahora tenemos Tanatorio en la Isla después de alguna que otra aventura para inaugurarlo. Sorprendentemente, el tanatorio ofrece servicios para diferentes clases de muertos; “Los de toda la vida y, los “Muertos VIP”.
Yo le he pedido a mi mujer que si me tiene que llevar al tanatorio, que no me lleve a esa sala de nombre “hortero” y poco español, andaluz y cañaílla». Que después de pasar a mejor vida no digan; ¡El carajote…., VIP y tó…. y está tieso ¡
¿A quién se le ocurriría el nombrecito?.
Ya no tiene sentido el callejón de los Muertos. Los caminos al Cementerio son muy variados. Ya no existe el Bar El Correo Pero afortunadamente, el Bar La Bahía continúa ofreciendo la chiquita para que: “Aquel que va a un entierro y no bebe vino,………….”