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La lotería después de la comida de Navidad

Esto ya no es lo que era

Lo suyo, después de comer el pavo de Navidad (nada de conejo), es jugar plácidamente a la lotería en familia a 20 céntimos el cartón, o a lo que nos echen. Una ruina.

Hay que decir que la lotería que organizamos no comenzó en ese preciso momento. Ya con tiempo me encargaron a mí, con la cabeza que tengo, que comprara todos los avíos necesarios. Con la ilusión de un niño me tiré a la calle buscando el material. Había que encontrar una lotería con sus bolillas, su bolsa para moverlas y sus cartones.

Sin embargo, después de dar muchas vueltas, lo único que encontré fueron unos bombos de un metal más falso que Judas y unas bolillas de plástico que iban saliendo a duras penas por elboquetito.

El muchacho de la tienda me dijo que también tenía un artefacto que silenciosamente iba marcando en una pantalla los numeritos. Yo la verdad no valgo para volver a sentarme delante de esos aparatos, como si fuera el ordenador del trabajo, a verlas venir. Además el silencio estaba antes reñido con la lotería, hasta tal punto, que si alguien no abría la boca, le llamaban el muerto.

Le dije que nones y me contestó que lo que yo buscaba ya no estaba en el mercado, que ahora lo que había era de importación, de la China. Y yo me quedé por un momento embobado y preguntándome qué cono sabían los chinos de lotería. Añadió acertadamente que había que estar loco para querer jugar a la lotería como se jugaba antes.

El juego de la lotería en Navidad aún se conserva la tradicción en algunos horages de la Isla.Como comenta Paco, las habichuelas y cartones son compañeras unas de otras.La lotería se convirtió en «aquellos tiempos» en la distracción en las tardes noches frías y de agua de los inviernos. Fotografía www.elguichidecarlos.com

Cuando salí de la tienda, me di cuenta de que las cosas han cambiado. Para empezar ya no se dice «lotería», ahora se dice «bingo». No existe la cuarta.

Cuando se rellena la línea, antes se decía «mía», ahora se dice correctamente «línea». El terno ha quedado para el pantalón, chaqueta y chaleco. Y así todo. ¿Qué decir de la ceremonia que se organizaba antes de empezar?

Todo el mundo sentado esperando que el que las daba le pegara unos cuantos meneos a la bolsa para mover las bolillas en condiciones. Nunca faltaba el comentario: mueve el culito, hijo, a ver si tenemos suerte.

Todos habían ya puesto su dinerito en un plato y desde luego no había televisores por ningún sitio para reflejar con claridad los números. Su pedazo de televisor, si lo había, estaba apagado y los niños más o menos controlados.

Cada uno miraba al que estaba al lado por si su cartón le funcionaba con demasiada puntería y había que recurrir a todos los santos del cielo. Se repetían los números las veces que hiciera falta.

Para apuntar no se llevaban los rotuladores, sino los garbanzos, las lentejas, las habichuelas. .. En unos cuantos años hemos pasado de la barbarie a la civilización y de las habichuelas a la pizza.

El juego de la lotería en Navidad aún se conserva la tradicción en algunos horages de la Isla.Como comenta Paco, las habichuelas y cartones son compañeras unas de otras.La lotería se convirtió en «aquellos tiempos» en la distracción en las tardes noches frías y de agua de los inviernos. Fotografía www.elguichidecarlos.com

El único remedio es ahora el euromillón, pero antes era el uno. Diego el gallego, el diez; el que se caga y no tose, el catorce; la niña bonita, el quince; el mala-pata, el trece; la edad de Cristo, el treinta y tres; patas pamba y patas pabajo, el sesenta y nueve; los dos bombos de la Carraca, el ochenta y ocho; el bucarón o el más antiguo, el noventa… Las cosas han cambiado y las ciencias avanzan una barbaridad.

Pero yo me aburro. Ahora se va al grano, se cantan los números con una exactitud que da asco, se dicen palabras importadas del quinto pino… Se ha perdido la salsa. Ahora el que canta parece que acaba de salir del tanatorio; antes té daba alegría tener un pequeño éxito y comprobar en carnes propias que la fortuna es caprichosa y que el canto era lo más apropiado para pregonar los numeritos delasuerte. En fin, que allí los voy a dejar con el plástico, con el bombo falso, con los repelentes rotuladores y con los cartones plastificados. Total, si la Lotería de Navidad no ha dejado ni un euro en Cádiz, para qué molestarme. Estoy hartito de ver por estas fechas a los catalanes brindando, a los asturianos tirándose champán y a los madrileños decir que van a tapar agujeros. Y los agujeros de los gaditanos ¿quién los tapa?

Paco Melero
el loco de la salina.
Publicado en San Fernando Información
26 diciembre 2007.