Imprenta la Voz

La imprenta la voz. Se fundó en el año 1920 por Don José Espejo Currá. La denominación de “La Voz” le viene dada por ser el nombre de un periódico que se imprimía en sus talleres: “La Voz de San Fernando”.

José Espejo Currá. La Voz. San Fernando
D. José Espejo Currá. Fundador de la Imprenta La Voz.

D. José Espejo Currá compro la imprenta “La Voz” que era propiedad de D. Enrique Llamas Prieto, y que estaba situada en la Plaza de la Iglesia Mayor, como la hemos conocido hasta no hace muchos años.

La compra de la imprenta, se realizó mediante un acuerdo: D. José tendría que pagar 500 pesetas mensuales hasta el pago total de la compra.

La fachada de La Voz en los años cincuenta
La Voz en la década de los cincuenta.

Cuando D. José compró la imprenta, tenía a un lado una ferretería y al otro, el Bar “El Correo”, cuando desaparecieron ambos comercios, la imprenta se amplió.

“La Voz” llegó a ser una gran empresa, con más de cuarenta empleados, incluso volvió a ampliarse en el polígono de Tres Caminos con unos talleres de 2.000 metros cuadrados.

D. José Espejo junto con su esposa María Escribano y su hijo José Espejo Escribano

Cuando D. José Espejo Currá muere en 1985, se hace cargo de la empresa su hijo D. José Espejo Escribano, que estuvo desde muy joven al frente del negocio junto con su padre, desgraciadamente también fallecido.

D. José fue un hombre bueno y sencillo, se casó en 1922 con María Escribano Cantero, – gran mujer -,y tuvieron cuatro hijos: José, Domingo, María y Faly. Gran trabajador fue el Sr. Espejo, (como ejemplo siempre contaba riéndose que su viaje de novios, fue ir a comer al Hotel Francia y París en Cádiz, y se tuvieron que volver corriendo a San Fernando porque el periódico tenía que salir).

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María Castañeda, una institución en La Voz

Hablando de empleados, quién no recuerda con entrañable ternura a María Castañeda Salguero al frente de la caja tantos y tantos años, aunque más que una empleada, la familia de D. José la recuerda y quiere como si fuera otro miembro más de dicha familia.

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Medalla de Plata al Trabajo 1971 El primero por la izquierda es el Alcalde D. Rafael Barceló Gasset.

D. José consiguió de un sueño y mucho tensón, una gran industria con 75 años de historia, por lo que fue reconocido en 1971 con la Medalla de Plata al Mérito del Trabajo.

Agradezco mucho el recuerdo a mi padre Juan Sepúlveda Devesa, y mi abuelo José Espejo Currá, al Güichi de Carlos, y a todas aquellas personas que tienen para ellos un recuerdo bonito y unas palabras también de agradecimiento aún al día de hoy, y han sabido valorar su esfuerzo y el fruto de su trabajo que realizaron con tanto cariño.

Fátima Sepúlveda Espejo.

La voz fachada y escaparates que tenía en la fecha de su cierre.
La Voz a su cierre en 1995

La Voz en San Fernando fue toda una institución. Llegó a contar con más de cuarenta empleados, muchos de ellos encauzaron su profesión a través de la tipografía y el mundo de la impresión. El personal de varias imprentas de la Isla se formó en”La Voz”…

Otro homenaje más para D. José.
Otro homenaje más para D. José.

Al entrar en La Voz se dejaba notar cierto olor a madera procedente de la papelería, lápices, libros, etc. Olor característico a “imprenta”. En la Isla, la imprenta no sólo era el local dónde se “imprimía”, la imprenta era de donde se abastecía los objetos para los escritorios, la papelería del Ayuntamiento, de las dependencias de la Marina, de la Diputación de Cádiz, y las empresas civiles. Todos tenían en los impresos de cartas, sobres, facturas, recibos, albaranes, etc, en una de las esquinas en pequeño, como si no se quisiese dejar ver, pero si notar, la frase que delataba con cierto aire de orgullosa publicidad que decía “impreso en La Voz” San Fernando.

Anuncio en prensa sde 1935
1935 publicidad en prensa.

Las cintas y papel carbón korex para las máquinas de escribir, las genuinas grapas “el casco”, los libros de textos, la gran enciclopedia Sopena, los cuadernos cuadriculados; los tinteros de porcelana blanca y tinta Waterman en azul noche o negro ébano, que los colegios los compraban por botellas y las plumillas por cientos; la tinta china para trabajos técnicos; los plumieres, los lápices de carbón, los de colores, las gomas de borrar y las de pegamento Pelikan; y la arábiga EBRO, la pasta blanca, el tampón y su tinta; el tubo de pegamento y medio (pegamín); los papeles “galgos” y “Guarro” para la elegancia, y los rayados para escribir las cartas derechas; los sobres de color azul; (cuando se estaba de luto por el fallecimiento de un familiar, estos impresos constaban de una parte negra que lo informaba); los bolígrafosBIC y las plumas estilográficas (estas bajo llave en una cristalera expositora),y por supuesto, toda clase de álbumes coleccionables de estampitas de la época..

El güichi de Carlos.

Fotografías cedidas por la familia Espejo Escribano.