Esta noche mando yo, mañana mande quien quiera. (Carta a Camarón)
Míralo. Ahí está. Resguardado por gitanos canasteros. Celebra el bautizo de Joseico, al que asiste toda la crema gitana de la baja Andalucía. Será su última gran despedida de la Isla, su último adiós a los gitanos.
Mitificado por su público es considerado el más grande cantaor de todos los tiempos del flamenco y deja un vació que, posiblemente para los que somos camaroneros, no sea llenado por nada ni por nadie jamás. Todos los mitos tienen esa historia negra y Carmarón no iba a ser menos; puesto que los tres paquetes de “Winston” que fumaba, se juntaron con la cocaína y otras drogas, formándole un cáncer galopante, que como ocurrió todo en su vida, llegó sin avisar.
¡Esta noche mando yo, mañana mande quién quiera ¡,replica Camarón, mientras que se abraza a Curro Romero, que se cae el mentón observando a José.
Ya llega el mejor momento de la noche. Lo cuento como lo vi. Son las siete de la mañana y en el patio de la Venta de Vargas se va a celebrar la hora mágica del bautizo. La hora en que los gitanos tras haberse divertido cada uno a su forma, se reúnen en el mismo sitio para adorar al mito. Remedios Amaya, Manuela Carrasco, Juanito Villar, “Rancapino”, “Potito” y Curro Romero; observan a Camarón sentado en su sillita de “nea”, con las piernas cruzadas y haciendo “palmas sordas” mira para el suelo y comienza la “juerga”.
Camarón levanta la cabeza observando la majestuosa luna y mira a Rancapino y le hace un además invitándole a cantar, Ni corto ni perezoso da un paso al frente y con la mano sentenciando le canta unas soleares que acaba con el “olé” de José. Ya mira para Remedios que en breves momentos ejecuta los mejores replantes de su afamada carrera, mientras que los presentes admiramos esa belleza gitana y nos sentimos en la fiesta como auténticos convidados de piedra. Curro Romero no aguanta más la presión artística que se vive en ese patio flamenco de la Venta de Vargas y se dirige a donde pocos ojos lo ven y ejecuta un par de “naturales” que poquitos aficionados lo han podido ver en su dilatada vida en los ruedos.
Fue la última “juerga” flamenca que vivió Camarón y en la que mostró como se había consolidado primera figura dentro de la historia del flamenco. Cuando despuntaba los primeros rayos del sol, José despidió con buenas palabras a su mujer y sus hijos, dándole a entender que ahora le tocaba pasárselo bien a él.
En el reservado de la Venta de Vargas algunos payos tuvimos la oportunidad de presenciar el mejor momento de un artista, cuando se encuentra cara a cara con el duende. Y allí pude ver aquella persona tímida, sencilla, reservada, simpática y familiar. Pude ver la adoración de la raza gitana por su persona, la fidelidad de artistas y toreros y como no, esa garganta que desgraciadamente para el mundo del flamenco no volverá a nacer una igual. Ya que ha dejado en el mundo del cante hondo desierto su reinado por aproximadamente dos o tres siglos.
Lolo Picardo.-
Publicado en San Fernando Información el lunes, 6 de julio de 1992.