Soy uno de los 80 alumnos que tuvo Don Luis en el período de tiempo comprendido aproximadamente entre los años 34 al 38, en la escuela Ntra Señora del Carmen sita en la calle San Onofre n° 21 (callejuelas).
Todo esto viene al caso porque paseando una tarde por la calle, como de costumbre, me llamó la atención el ver en el escaparate del establecimiento «Andró» una serie de fotografías de chicos de primera comunión del colegio Luis Gonzaga, de los años 60. Y me trajo el recuerdo de la época de cuando yo fui alumno de Don Luis Espósito Rubio, nuestro gran maestro, que también me trajo el recuerdo de la comunión y de las fotografías que nos hicimos nosotros en grupo por el año 36 aproximadamente.
Me gustaría tener también, si es posible, las fotografías ya mencionadas. Dudo que existan dichas fotografías de los alumnos ya mencionados del colegio en cuestión.
De todas formas, para mí ha sido una gran alegría ver a Don Luis con todos estos grupos de niños haciendo la primera comunión, como antaño.
Y ahora paso a relatar el pedazo de maestro escuela, que tan bueno fue como docente con su gran personalidad.
El sistema de enseñanza que tenía Don Luis, en aquella época era el de los palotes. Cuando él consideraba que ya teníamos fijeza en las manos, nos ponía a caligrafiar en un texto pequeñito que se llamaba «La raya». Así aprendíamos a escribir para tener buena caligrafía.
Casi todos los niños entrábamos sin saber leer ni escribir, y gracias a su paciencia y gran profesionalidad, acabamos todos por aprender sus enseñanzas, que consistían en aquella época, en que un maestro de escuela como le pasaba a Don Luis, no dejaba de dar ninguna clase que consideraba positiva, porque solo con los ochenta o noventa alumnos que yo recuerdo, dábamos aritmética, geometría, geografía, dictados, lectura de un libro que llamamos «lenguaje», también dábamos cánticos y religión, y como buenos cristianos nos llevaba todos los domingos a misa.
Nos esperaba los domingos por la mañana en la misma escuela, y en fila y ordenadamente subíamos la calle del Carmen, y valga la redundancia, escuchábamos la misa en la iglesia del Carmen.
Y como nos enseñaba Don Luis en la teoría católica, aparte de llevarnos a misa todos los domingos, teníamos en la misma escuela una pila pequeñita de agua bendita en la que nos enseñaba a santiguarnos y a exclamar «Ave María Purísima» y Don Luis que estaba en el extremo opuesto de la clase nos contestaba respetuosamente «Sin pecado concebida». A continuación, le dábamos los buenos días y el replicaba «Buenos días» y seguidamente, nos sentábamos donde nos correspondía a cada alumno, todo muy bien organizado
Este gran maestro, a sus veintiocho años, se puede decir que era un hombre adelantado a su tiempo, con una gran capacidad de trabajo, digna de elogiar.
Incluso los tiempos de ocio que teníamos, a parte de su trabajo, nos llevaba de excursión al Cerro de los Mártires, cantando alegremente las canciones escolares que él nos enseñaba, como por ejemplo «el curioso calderero» y «Mamá, yo quiero ir a la escuela«, etc, etc…
No podemos dejar de resaltar el mérito contraído por Don Luis, que cuando los alumnos estaban preparados académicamente, recurría a sus amistades influyentes, para colocar a algunos de sus alumnos de aprendices en la empresa Constructora Naval (San Carlos). Muchos de ellos fueron muy buenos operarios, y otros optaron por irse a hacer la carrera militar de forma voluntaria, llegando casi todos a oficiales de marina (del cuerpo «Marinería y Tropas»).
Todo cuanto aquí se menciona, lo cuento como alumno que fui de él (con la edad de 6 años). Su biografía es más extensa de lo que se cuenta aquí, ya que Don Luis estuvo enseñándonos unos cuatro años, por motivos de traslado a otro colegio.
Escuela de Ntra Señora del Carmen Calle San Onofre, N° 21 , 1934 -1938
El alumno quién escribe este texto, se encuentra situado en la fotografía el primero por la derecha en la segunda fila de abajo a arriba.