Siempre se ha conocido a nuestro grupo con el nombre del capataz que la ha dirigido en ciertas épocas. Así a través de los tiempos se ha conocido como la Cuadrilla de Marín, la de Tinoco, la de Nicolás. Actualmente se le debe de llamar, con todo merecimiento, con el nombre que da título a este artículo «La Cuadrilla del Nene».
La Semana Santa Isleña todavía no ha sabido valorar la empresa de recuperación de las tradiciones cargadoras, que ha realizado nuestro capataz, Nene Carrillo. Él, es el principal artífice de que no se haya perdido la tradicional y genuina forma de llevar los pasos de la Isla. Ya tenía reconocida su valía y profesionalidad en tiempos de su padre. Sin embargo, desde la retirada de Nicolás, le ha imprimido a su misión una trayectoria de recuperación de nuestros valores, a través de unos conceptos renovadores, preñados de autenticidad, seriedad y experiencia que emanan de su propia personalidad. El título de «Soñador de Semanas Santas» que le impuse el pasado año, es fruto de toda su veteranía, del amor que siente hacia su función de capataz y a la historia de su familia.

A su vuelta de Cartagena, donde residió unos años por motivos de trabajo, se encontró con su padre enfermo de desilusión, la cuadrilla dividida y se habían perdido la mayoría de los pasos que sacábamos. Entonces decidió poner en práctica sus «teorías» para hacer la cuadrilla ideal -recuerden que el «Paso del Carnet» fue invención suya- que él siempre había soñado.
El elemento humano de que disponía tenía una ventaja: la fidelidad. Eran personas que habían preferido la amistad y la lealtad por encima de otras cualidades más «divinas», y eso, los hacía ser un material propicio para sus intentos. Una de sus mayores habilidades fue la de ir escogiendo los puntales que le iban a servir de basamento para la estructura, inculcarles sus ideas y descubrirles cualidades que ni ellos mismos sabían que poseían.

Una vez formado ese equipo, se efectuó un análisis de la situación, se estudiaron los problemas y se decidió ponerles remedio, buscando siempre una solución que no fuese traumática para nadie. Nos dimos cuenta que las exigencias de los tiempos, respecto a la carga, habían cambiado. Se solicitaban otros comportamientos, el cargador, debido a que el pueblo había subido de nivel de vida, se había aburguesado y exigía otro papel en la Semana Santa.
Ya conocíamos las experiencias del cambio que había supuesto la fundación de los Jóvenes Cofrades, el giro que efectuó Cristo Rey y la creación de los hermanos cargadores del Nazareno, pero nos resultaban modelos «descafeinados», que iban, unos por esnobismo y otros por desconocimiento, contra todo lo que resultaba tradicional en la manera de cargar pasos en la Isla.
Entendimos que había que evolucionar con los tiempos, pero no teníamos porqué avergonzamos de nuestro pasado humilde. No queríamos olvidar nuestra historia porque sabíamos que el que pierde sus raíces está en peligro de no saber quién es y decidimos encauzar nuestros esfuerzos en ofrecer autenticidad, que era uno de los defectos más considerables que tenían las otras cuadrillas.
Nosotros estábamos obligados, por ser los descendientes de los antiguos cargadores, a salvar la herencia que nos habían legado y, a la vez, limpiarla de las impurezas que se le iba adhiriendo por las modas extrañas que estaban distorsionando nuestro estilo. Había tanto desconocimiento, que una simple broma se hacía leyenda y todo el mundo la refería en sus conversaciones, -sin saber de qué estaba hablando-, con idea de pasar por un experto como cargador. Un ejemplo de ello es el «Pasito Holandés». Aquella gracia característica del cargador al que se le ocurrió un día, -influido por estar trabajando en Holanda en esa época- ha quedado como la «piedra de toque» de los «grandes cargadores» y no ha habido, desde entonces, programa de radio, artículo de boletín o tertulia, en la que no haya sacado alguien (poniendo cara de sabiduría cargadora) este tema y que le contestaran a coro los demás, ¡ah, sí, el pasito holandés! ¡pero ya está! Que a ningún cargador novato se le ocurriera profundizar en el tema, que nadie sabía más, ahí se quedaba todo parado.
Con todas estas metas que, al principio, podían parecer muy lejanas, nos pusimos a trabajar en firme, sin ayudas de nadie, más bien con la oposición de la mayoría del elemento humano de la Semana Santa. Empezamos a exigirnos a nosotros mismos seriedad y entrega en nuestras relaciones, en demostrar que no eramos tan «mala gente» como estaban empeñados en hacer ver. Año a año, cargando Misericordia, se fue puliendo no solo nuestro actual estilo, sino también nuestra forma de estar. Hoy tenemos una ventaja, que no disfrutábamos antes, el pueblo se está dando cuenta que hay una cuadrilla en la calle que les está transmitiendo un mensaje -desde el interior de los pasos que le emociona, que le está despertando su memoria y ante esto, ya podemos tener en contra toda la oposición del mundo, recobraremos el sitio que nos corresponde en la Semana Santa de la Isla.
Actualmente, nuestra cuadrilla cuenta con el mejor grupo humano que haya existido nunca como cuadrilla de Semana Santa. Hemos hecho mejores procesiones que, incluso los cargadores antiguos. Para demostrar de qué eramos capaces, por un problema que tuvimos un año en un «aguaero», sacando Misericordia, llegamos a salir sin parar en ningún «refrigerio». La hermandad concertaba un seguro nominal para nosotros y si alguno se ponía enfermo o no podía salir por cualquier causa, como no llevábamos cargadores de «refresco», había que dejar su sitio vacio, así que todos los años Íbamos con gente de menos. A pesar de eso siempre cumplimos los horarios. Todavía recuerdo un año, en que la banda de la Cruz Roja tenía que tocar al Nazareno y estaba contratada por nosotros hasta las doce y media, tardamos en hacer el recorrido menos de cinco horas. A ver que cuadrilla, lo mismo de ahora que de las de antes, puede presentar un palmares semejante.
Esto nos sirvió de poco en el año noventa, Misericordia, sin motivo ni razón decide disolver la cuadrilla y nos vemos en la calle, sin que hubieran servido de nada nuestros esfuerzos y sudores en aquellos palos de tan buenos recuerdos para nosotros.
Ante esa adversidad, surge uno de los gestos más hermosos que se pueden dar en una cuadrilla. Se decide constituirse en Asociación -otro sueño del Nene- y mantenernos todos unidos, aunque no se tuviera Paso para cargar, en espera de que llegarían tiempos mejores.¡Y llegaron!. La cofradía de La Columna decide crear una Cuadrilla de Hermanos Cargadores y entabla conversaciones con nosotros para que sirvamos de estructura a la misma.
Ahora, cuando llevamos dos años en La Columna, te das cuenta de la diferencia de trato de una hermandad a otra. Lo que antes eran descortesía y desconocimiento, es ahora reconocimiento y confianza y, claro, eso se transmite a los componentes del grupo que, si antes se esforzaban en quedar bien, por ética profesional, ahora además se hace para agradar por amistad. Por eso, este año quiero, a través de nuestro Boletín «Medio Ganchete», en reconocimiento al Nene y a todos sus cargadores, transmitirles mi más sincera felicitación por el trabajo que habéis realizado a lo largo de todos estos años, gracias al cual hemos conseguido que la Cuadrilla de Carrillo esté más preparada para afrontar el reto que significa cargar en los tiempos actuales.
Soy consciente de la magnitud de vuestra labor y ahora, que empezamos a recoger el fruto de tantos años de esfuerzos, sé que hay que mirar hacia todos vosotros para encontrar a los responsables de este éxito.
Estamos en unas fechas muy propicias para hacer balance y para formular buenos propósitos y no voy a resistirme a hacerlo. Os animo a encargar la presente Semana Santa con esperanza e ilusión. Como sabéis, nuestra realidad se está dando a conocer y aún lo va a ser mucho más en los próximos años. Esto significa que tenemos que seguir trabajando para volver a conquistar lo que antes era nuestro. Esto, lejos de ser motivo de preocupación, es bueno. Gracias a nuestros desvelos, estamos en condiciones de afrontar el reto de confianza y podemos alcanzar un nivel y una expansión sin precedentes en nuestra historia. Estamos, además, en condiciones de afirmar que nuestro futuro depende de nosotros mismos.
Mil novecientos noventa y tres va a suponer una gran ocasión para demostrarlo. Vamos a jugar un papel protagonista en la procesión del Domingo de Ramos con nuestra Hermandad de Columna, en la del Resucitado el Domingo de Resurrección y en el mes de septiembre en la Conmemoración del Centenario de Columna, y eso nos va a dar la oportunidad de que conozcan nuestra forma de hacer. Una forma que retoma una buena parte de las características que siempre han definido el trabajo en la Cuadrilla y que tiene en la tradición su razón de ser.
Tradición que es una obligación que nos afecta a todos, porque somos todos y cada uno de nosotros con nuestra lucha, quienes vamos a determinar el resultado final.
Paco Comandante.
Publicado en Boletín «Medio Ganchete» de la Cuadrilla Nicolás Carrillo. Año 1993.